06 febrero, 2006

AMARTE SIN RODEOS, MORIR CON RODEOS...
Como el joven lobo de la manada que esconde la cola entre sus temblorosas patas traseras, tras haber ofendido al viejo y sabio cabeza de grupo, entro, tímido, en la espaciosa estancia regada de literatura. Doquiera que miro a mi alrededor me siento amenazado como si en cualquier momento pudiesen abalanzarse sobre mi y atacarme con sus afiladas aristas y duros encuadernados, o peor aun, pudieran unirse entre ellos y formar con las palabras que esconden tras sus tapas los peores agravios y maldiciones con que se pueden atacar a un hombre...
Vigilando por los cuatro puntos cardinales me arrastro hasta uno de sus desvencijados y resentidos tableros de cuatro patas, y desconfiado me dejo caer sobre una de las sillas que rodean tan odioso mueble. Pego mi torso al respaldo y reposo mis brazos sobre la mesa, e inspiro profundamente buscando en el ambiente algun atisbo de hombría que pueda esnifar y me reconforte.

La atmósfera que me envuelve es húmeda, fria, sombría... Como si de una cueva se tratase, la lamparas cuelgan del techo cual heladas estalagtitas fuesen. ¿Acaso no hay un misero índice de calor humano, de vida por pequeña que sea?
A mi alrededor, como el roedor que araña la tierra en su profunda madriguera, oigo un quejido que no logro localizar. Es como un siseo que me atosiga. ¡Son mis pensamientos! Traídos por mis demonios que avanzan en la oscuridad, que salen de entre las grietas y rocas de esta cueva, de esta gruta, de esta... Mi psique.
¡Qué astutos son los condenados! Aprovecharon que me quedé sólo para asaltarme y ahora sin dame elección ni escapatoria alguna, exigen mi atención.
_ ¡Dejadme en paz os digo, malditos! ¿Acaso no veis que no puedo ocuparme de vosotros? ¿Tan ciegos os encontrais que no alcanzais a ver la pasmosa debilidad que presento? ¡Alejaos perversos!
Y como si de un imán fuesen mis palabras me ignoran, acercándose paulatinamente, dándome encuentro... Y a pesar de mi debil resistencia me abrazan todos a la vez, entragulándome, fundiendose conmigo. En una intermitente rafaga de imágenes se presentan mis mas evitados y apartados pensamientos... un pelo rizado suave y espeso, largo hasta sus delicados hombros de piel dorada..., no logro desenmarañarme de ellos, lucho frenético... sus labios de terciopelo rojo, carnosos, delicados y jugosos.., forcejeo con ellos, por cada nudo que desato, aparecen otros diez más que se enredan en mis extremidades impidiendo cualquier movimiento.., sus ojos, delicadas y rasgadas almedras bañados en su centro con gotas de miel, procadores, embaucadores, con una profunda mirada de insinuación y sumisión..., me arrastran hasta un oscuro rincón, me han vencido, me dejo hacer... la amo.
Pese al miedo que me da reconocerlo la deseo y la amo, pese al daño que me producirá.
Triste Romeo

1 comentario:

William Manney dijo...

Saludos bienhallados compañeros! Mi nombre??? Soy aquel que se alimenta de la fuerza de la tormenta para crecer, aquel al que marcaron con un tizón ardiendo la pasión en el alma, ese que se alimenta de vuestras mentes desorientadas... Aunque soy conocido como Romeo, el triste. Por tal nombre respondo, y agradezco que dediqueís vuestro tiempo en conocer de mi odisea emocional; Dejaros pues llevar de mi mano por lo paisajes de la mente,parajes tintados de cristales preciosos,de delicadas florecillas, del rocío cristalino. También zonas desoladas, de angustia y desasosiego, de ahogos y lamentos...
Dejad que os muestre, pequeños...
Siempre pendiente a vuestro fiel reclamo.
TRISTE ROMEO